Para diagnosticar la dislexia es necesario realizar una evaluación previa de todos los procesos, conductuales y cognitivos, implicados en la lectoescritura, cuyos resultados deben cumplir los criterios establecidos por el DSM-IV, de exclusión, discrepancia y especificidad.
Además, para defender el diagnóstico de dislexia evolutiva, se tendrán en cuenta otros aspectos importantes como los antecedentes genéticos y el tipo de intervención específica que ha recibido el sujeto.
El problema de la dislexia es que no se puede diagnosticar a temprana edad, ya que debemos observar una discrepancia del nivel de lectura de dos años como mínimo, y no es hasta los 8 ó 9 años, cuando esto se puede contrastar. A pesar de ello, el diagnóstico no es tan importante como la prevención, por lo que desde edades muy tempranas se pueden detectar ciertas peculiaridades que, aunque no nos den la certeza para establecer el diagnóstico, nos pueden guiar para llevar un seguimiento y/o intervención preventiva que paliará significativamente los efectos de una posible dislexia futura o que simplemente beneficiará el desarrollo y aprendizaje de los sujetos. Esto lo corroboran algunos estudios que destacan la eficacia de la intervención precoz con programas preventivos ante los primeros signos de dislexia, (Torgensen, Wagner, Rashotte y Conway, 1997).
Carola Pozo. (1 de Octubre del 2013). DETECTAR LA DISLEXIA, Una guía práctica. [ Archivo de Vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=reNW4YN8AEY
Carmen Silva. (2011). Dislexia Infantil. Recuperado de: http://www.ladislexia.net/como-diagnosticar-la-dislexia/
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